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Comer o no comer

Dani Lasa

Lectura en 5 min – 06 noviembre 2023

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fisicoquimica from lab to field

Sentir la necesidad de comer

Desde FLF tratamos de conocer los fenómenos biológicos y químico-físicos a través de los cuales podemos llegar a comprender la forma en la que se vinculan la fisiología, el metabolismo y la nutrición en el deportista de alto rendimiento y resistencia. 

Está claro que los procesos a través de los cuales nuestro organismo trata de mantener el equilibrio de forma continua están integrados. 

Cuando pensamos en el consumo de nutrientes, en nuestro equipo de cocineros surge una duda. ¿Qué sistema se impone cuando un deportista de alto rendimiento siente la necesidad de comer los alimentos que le son esenciales para acceder a la energía que demanda su desempeño? El atleta, impulsado por su competitividad, generará una demanda energética que debe satisfacer."

Pero en este caso específico, no hablamos de la dieta del deportista durante la temporada. No no. Hablamos del momento preciso en el que éste está desplegando el máximo de su potencial o energía mecánica; durante la competición. En ese momento, el deportista debe realizar una operación de precisión que determinará en gran medida el éxito de su performance. Debe regular la compensación entre la energía introducida al organismo -lo que come y bebe- y la metabolizada -lo que es capaz de transformar en, por ejemplo, Watts-. 

Fisicoquímica From Lab to Field

El acto de comer

No hablamos de la dieta del deportista a lo largo de la temporada. Nos referimos a ese momento crucial de competencia donde está empleando al máximo su potencial y energía mecánica. Durante este periodo, el atleta enfrenta una tarea vital: debe equilibrar la energía a ingresar a su cuerpo a través de lo que consume con lo que transforma en potencia; ni de más, ni de menos. 

Hablando exclusivamente de “comer”, la evolución ha dotado a la especie humana de mecanismos involuntarios que le hacen sentir el impulso de ingerir nutrientes. Y esos mecanismos son principalmente dos; hablando en un lenguaje coloquial, el hambre y el apetito. 

En el restaurante sabemos que cuando llega un cliente raramente esquivará ambas.

Hablemos del sistema homeostático: Este sistema controla el balance energético. Incluye el sistema digestivo, el sistema endocrino, el tejido adiposo, el sistema nervioso periférico (responsable de la transmisión de señales) y el sistema nervioso central. Todos  actúan a corto y  medio/largo plazo. La regla de corto plazo se encarga de determinar cuándo comienza y termina una comida. Sin embargo, esta regulación a corto plazo no es suficiente para regular el balance energético y por esta razón, existe una fuerte correlación con otras señales liberadas en proporción a las reservas de grasa, como la leptina y la insulina. Estas otras “señales” son responsables de regular el balance energético a largo plazo. Ambos tipos de regulación están integrados a nivel central, y el hipotálamo recibe todas las señales que envían para regular el suministro. En la jerga del restaurante, a esto le llamamos sencillamente “hambre”.

Por el otro lado, cosa que como cocineros admiramos, está el sistema de recompensa. A esto, seguramente de forma imprecisa, le llamamos “apetito”. Los procesos de recompensa conscientes e inconscientes dirigen la regulación hedónica, la regulación del placer. La vista, el olfato, el gusto y la percepción de la textura proporcionan al sistema nervioso central (SNC) una potente retroalimentación relacionada con la comida e influyen en las áreas cerebrales relacionadas con la recompensa alimentaria. Por otro lado, la composición de los macronutrientes estimula la liberación de señales de apetito desde el intestino, que se traducen en el SNC en procesos de recompensa inconscientes (Campos, A.; Port, J.D.; Acosta, A. Brain Sci. 2022.).

Sistema homeostático

Anteriormente, se pensaba que el sistema homeostático era independiente del hedónico, y es verdad que aunque funciona bajo un control inconsciente impulsado meramente por el estado metabólico del individuo, es fácilmente anulado por fuertes procesos de recompensa y motivación del sistema hedónico. No obstante, complejas interacciones y una fuerte influencia bidireccional entre sistemas es esencial para la supervivencia. Por desgracia, el sistema hedónico ha sido especialmente vulnerable al entorno alimentario moderno. Hoy en nuestro entorno, simplemente, tenemos acceso a un exceso de alimentos, y no precisamente recomendables para la salud. Por ende, el sistema autorregulador (es decir, homeostático) difícilmente consigue compensar estas fuerzas sin un mínimo de disciplina. Las propiedades hedónicas de los alimentos pueden estimular la alimentación incluso cuando se cumplen los requisitos de energía, lo que, haciendo una lectura simplificada, significa que puede contribuir al aumento de peso y la obesidad.

¿Pero cómo consigue estimular el deportista de alto rendimiento y resistencia el proceso de ingesta durante los momentos de mayor despliegue de potencia en la competición? 

¿Debe esperar a que se exprese el sistema homeostático?¿Debería adelantarse a través del sistema de recompensa?

Este no es el reto habitual para los formuladores de FLF. No estamos desarrollando recetas para gourmets. Estamos hablando de deportistas en su pico de estrés metabólico máximo. Esto exige un conocimiento profundo del comportamiento y la digestión de los ingredientes utilizados. 

Si el deportista actuase en ese momento movido exclusivamente por la activación del sistema homeostático, vamos, por el hambre, sería ya seguramente demasiado tarde para evitar “el muro”. Pero es que visto el funcionamiento y las implicaciones del sistema puramente de recompensa o hedónico, y a riesgo de simplificar en exceso, ¿sería adecuado usar su fuerza de anticipación al hambre para provocar la ingesta de nutrientes? 

Confesémoslo. Desconocemos el funcionamiento del sistema de recompensa o hedónico en situaciones de estrés metabólico. Es muy probable que se encuentre deprimido por factores obvios. Por experiencia propia, en zona 4-5, uno no siente el deseo de probar sus bocados preferidos. ¿Puede hablarse de una anhedonia sensorial auto inducida en situación de estrés? Esto no debe ser tan sencillo. Para ser honestos, no hemos encontrado literatura sobre el funcionamiento de la percepción sensorial vinculado al sistema de recompensa en situaciones de estrés. 

Por tanto, recomendamos al deportista seguir manteniendo la disciplina para no descuidar su ingesta durante la competición y guardar tanto hambre como apetito para la siguiente visita a su restaurante favorito.

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